7 de agosto de 2015

Túnez



Llegamos a la última escala del crucero, y esta vez sí que pudimos desembarcar en Túnez. En 2012 no se nos permitió debido a los disturbios ocasionados por la llamada "primavera árabe", que hacían insegura nuestra excursión.
Por eso hoy, no puedo por menos que acordarme de las personas que fallecieron en el atentado de marzo. El mismo barco, el mismo destino, pero en esta ocasión, con el terrorismo de por medio destrozando familias que habrían emprendido ese viaje con la misma ilusión que lo hicimos nosotros. Descansen en paz.


Túnez está unida por un canal al Puerto de la Goulette, y es la capital de la República Tunecina desde 1159.
En 1955, el país empieza a despegarse del colonialismo y comienza una etapa de auto gobierno, alcanzando la independencia en 1957, como una monarquía parlamentaria. Sin embargo, el  mismo año se derrocó la monarquía y se proclamó la república con Bourguiba como Presidente.
Forma parte del Magreb y se significa por su apertura democrática, algo que está siendo motivo para que sea el blanco de las iras de las facciones más intolerantes. En el 2010 y 2011 se enfrentó a graves disturbios, y en el 2014 los tunecinos fueron a las urnas, eligiendo vivir en paz dentro de la apertura ya iniciada. 
Su principal fuente de ingresos es el turismo, que se está viendo mermado por los actos terroristas, que no pretenden otra cosa que llevar a la nación nuevamente a la pobreza y al islamismo más radical.
El centro de la ciudad es La Medina, compuesta de pasadizos y callejuelas con multitud de olores y variedad de colores procedentes de los comercios. Fue declarada Patrimonio de la Humanidad en 1979.
Es la ciudad tradicional y se ordena alrededor de la Gran Mezquita Zitoune, que es la más grande de Túnez, y el centro religioso más importante del Magreb. Fundada en el 732  y reconstruida en el siglo IX. En la sala de rezos, las lámparas son de cristal de Venecia.
Las tiendas más limpias se ubican cerca de la mezquita, y así hasta las que por su mercancía es aconsejable  alejarlas. Se vende artesanía y recuerdos, además de antigüedades.
No  somos partidarios de las excursiones organizadas porque preferimos ir a nuestro aire y detenernos o pasar de largo a nuestro antojo, pero en esta ocasión, por diversas circunstancias, optamos por la agencia. El programa era: pasar por Cartago en el autobús, visitar La Medina a pie y luego ir a visitar un pueblo de los "azules", llamado Sidi Bou Said.
Bueno, pues realmente nos enteramos muy poco o nada de todo lo que había previsto. El guía competente, pero a mí, que me pasen a toda leche por Cartago, donde apenas se pueden ver las ruinas, no es "ver" Cartago. Que me paren en la Avenida Burguiba, sin enterarme de los edificios que estoy viendo, luego que me lleven hasta la mezquita, sin verla por dentro y me suelten media hora por La Medina, que bastante hacíamos para no perdernos, pues es como el anuncio del Micralax. No te da tiempo a disfrutar la ciudad. Hale, a la mezquita otra vez, paseo explicándonos los símbolos de las puertas y alguna curiosidad, y entonces a una tienda a esperar el autobús. Claro, tienda en la que el guía se llevará seguramente una comisión.
Nos montamos en el autobús y llegamos a Sidi Bou Said, que aquello parecía una manifestación de tanta gente. Yo había visto postales de este pueblecito y me pareció precioso, pero es que con tanto tenderete ni siquiera se podían ver las fachadas de las casas. Agobiante, es la palabra.


Nos despertó la música de estos tunecinos que vinieron a esperarnos, y que traian camellos, halcones... todo un show.


Terminal de La Goulette.


Una chica esperando turistas.


Y unos romanos con aves de presa para hacerse fotos con los pasajeros. ¡Anda!. Si soy yo la de la mochila.


Bueno, vamos saliendo. Tuvimos que hacer los trámites pertinentes de los pasaportes.


El autobús, tras pasar a toda leche por Cartago, cual si viniera un Mihura detrás, nos dejó en la Plaza de la Victoria. Como no sé árabe, pues no sé qué pone en las pancartas. Se ve el minarete de la Mezquita Zitouna, donde nos dejarían a nuestro aire.







En muchos sitios vimos estas alambradas y nos comentó el guía que eran para evitar sentadas como la que tuvimos en Madrid el 15M.


Vamos por las calles de Túnez en troupeau.













Nos dejó el guía en las escalinatas de la mezquita y nos fuimos a dar una vuelta por La Medina.
Las siguientes fotografías son de las distintas tiendas.

































































Terminado nuestro paseo, rapidito, rapidito, rapidito... muy rapidito, al autobús otra vez.





Esto es Sidi Bou Said, un pueblo precioso, pero que con tantos tenderetes no se puede ver bien.







  














































Me gustaron los imanes de la morita y me traje varios.

Y hasta aquí lo que dio de sí nuestra excursión a Túnez.
El último día de crucero fue de navegación hasta Barcelona, y luego, en el AVE, de vuelta a Madrid.
Ha valido la pena conocer todas las ciudades, y espero poner pronto el reportaje del último crucero, que ha sido un posicional de quince días, de Barcelona a Estocolmo.