21 de julio de 2015

Marsella


Era nuestra primera escala y nos sorprendió gratamente.
Marsella es la segunda ciudad más poblada de Francia, el principal centro económico del Mediodía francés, y su puerto es el más importante del Mediterráneo y tercero de Europa.
Tiene un alto  índice de inmigración, sobre todo del norte de África.
La naviera puso un autobús lanzadera para llegar a la ciudad, que estaba realmente muy próxima al puerto, y vimos que era la solución más cómoda, así que lo utilizamos.
El precio quizás algo excesivo, pues no justificaba los 16 euros por persona, el tiempo que tardamos en en trayecto. Pero estas cosas, ya se sabe, son como las lentejas.
Como siempre, había preparado la visita a la ciudad con antelación, y nos resultó muy fácil movernos por ella las horas que estuvimos allí. Es bastante fácil. Lo único más problemático puede ser subir a Notre Dame de la Garde, pero teníamos tres opciones: taxi, desechado ya que íbamos solos y no nos compensaba, coger el autobús 60 en la calle Jean Ballard, junto al puerto, o utilizar el tren turístico, que fue lo que finalmente hicimos.
El autobús de la naviera nos dejó justo detrás de la Bolsa, en el Puerto Viejo y desde allí ya nos fuimos moviendo a nuestro aire.
Hay tres muelles que forman una  U, En los extremos están los dos fuertes que son la entrada: el de San Nicolás y el de San Juan. La parte izquierda de la U es el muelle  "Rive Neuve", la cerrada "de los Belgas", y la de la derecha "del Puerto".
Al llegar, lo primero que vimos fue la gran noria, de 40 metros de altura. Según nos contaron es desmontable y la trasladan de sitio en determinadas fechas.
Lo primero que hicimos fue ir al mercado de pescado en el muelle de los Belgas, y puedo deciros que era una delicia ver esos producto tan frescos, la mayoría vivos. Cómo no, vendían allí todos los componentes de la Boullabaisse, plato marsellés por excelencia. Pero lo que más nos llamó la atención fueron unos caracoles grandes, a los que les quitaban el opérculo y que vendían luego como "ojos de Santa Lucía", una especie de amuleto. Según el tamaño, ponía el precio en la bandeja. Una de las cosas que llevaba en mi lista de compra era este objeto, pero pensaba que estaría hecho de cerámica o de cualquier otro material, Nunca pensé que sería el nácar de los caracoles. Bueno, pues compramos para toda la familia y los amigos, porque era algo típico de este sitio.
Luego fuimos a buscar el tren, que tiene su salida frente al Ayuntamiento, en el muelle del Puerto, y allí nos ofrecieron dos rutas: Notre Dame de la Garde o Le Panier. Nuestro objetivo era visitar la basílica, así que cogimos el primero.
Es un viajecito muy recomendable, ya que lleva por el paseo junto al mar, frente al archipiélago Frioul, y las vistas son preciosas. Esta zona se llama La Corniche y se construyó en 1848 para dar trabajo a los parados. 8.000 obreros trabajaron aquí durante 15 años. Mide 5 km. y la burguesía de entonces encargó allí lujosas y costosas villas. Cuando murió en 1963 Jhon Fitzgerald Kennedy, se le puso el nombre del presidente asesinado.
La noria del Puerto Viejo.
El mercado de pescado.
Los "ojos de Santa Lucía" con sus respectivos caracoles.
Basílica de Notre Dame de la Garde desde el Puerto Viejo.
El Ayuntamiento de Marsella, construído en 1653 a modo de los palacios genoveses. Se le conoce como "La Loge".
Cafetería "La Samaritaine", en el puerto. Un ambientazo estupendo.
La arteria principal de Marsella: La Canabiére. A la izquierda el edificio de la Bolsa, que también es la Cámara de Comercio. Esta calle parte del muelle de los Belgas.
Aquí se ve mejor. La decoración está dedicada a la gloriosa historia del comercio marsellés.
Por los alrededores de la Bolsa, había un mercado. Nos hartamos de ver jabón en todos los formatos.
Otro mercado, esta vez de flores.
Bueno, pues nos montamos en el trenecito camino d Notre Dame de la Garde.
Pasamos por el fuerte de San Juan, donde se instaló en el siglo XIII la orden de los Hospitalarios de San Juan de Jerusalén, futura orden de Malta. La torre cuadrada se añadió en el siglo XV.
Íbamos ya por La Corniche, el magnífico paseo marítimo. Esta playa se llama "de los Catalanes", y al fondo se puede ver el archipiélago de Frioul, con la isla de If. La Corniche va desde aquí hasta el balneario del Prado.
Monumento a los muertos de la Armada en tierras lejanas.
Por aquí hay unas calas preciosas y buenos restaurantes donde comer pescado. Aquí se ve mejor el Castillo de If.
A lo largo de este paseo hay un banco, que se puede apreciar en la foto, de tres km de largo. Figura en el libro Guinnes de los récords desde 1965.
Y después de subir, subir y subir,  llegamos ya a la Basílica de Notre Dame de la Garde. El tren para en esta explanada y sale cada 30 minutos. Tiene una altura de 162 metros y es de estilo románico-bizantino. Está dedicada a la Virgen María, cuya imagen dorada en lo alto, domina la ciudad. Los marselleses llaman a esta iglesia, "La Buena Madre".
Interior de la iglesia.
Un poco más cerca...
Hay muchos exvotos en forma de barcos, cuadros, o placas.
Como estas.
Vista a través de una de las ventanas.
La panorámica en 360º es espectacular. En esta foto se aprecia la entrada al Puerto viejo; a la derecha, el Fuerte de San Juan, y a la izquierda el Fuerte de San Nicolás, que garantizaba la seguridad de la ciudad, y el Palacio del Faro, que fue construido para la Emperatriz Eugenia de Montijo.
Aquí se aprecia muy bien la isla de If, con su castillo, mandado construir en el siglo XVI por Francisco I como fortificación para defender la ciudad. A partir del siglo XVII fue prisión estatal y ahora mismo es una atracción turística. Famoso por ser el lugar donde Alejandro Dumas situó parte de la historia de Edmundo Dantés, en su novela El Conde de Montecristo.
Decimos adiós a este lugar tan espectacular, y volvemos a bajarnos a la ciudad en el tren.
Queríamos ver la Catedral de Marsella, y fuimos bajando por el Puerto Viejo hasta llegar a la gran explanada donde se encuentra.
Catedral de Santa María la Mayor. Un edificio único en su género en Francia, de estilo románico-bizantino,  construido en la segunda mitad del siglo XIX, durante 40 años, aunque todavía se ven algunas zonas inacabadas. Las torres miden 60 metros de altura, y la cúpula central, mide 17'70 metros de diámetro.
Se emplearon en su construcción ricos materiales, como mármol blanco de Carrara, pórfido, piedra verde de Florencia, piedra de Cassis, ónice de Italia y Túnez y mosaicos venecianos.
Esta alternancia de colores, la hacen única.
Vista de la fachada principal.
La bóveda del porche está revestida de mosaicos azules y oro. En los laterales, obispos de Marsella.
Nave central de la Catedral. El interior es de mármol y pórfido.
El altar mayor es de mármol de Carrara.
Los suelos son mosaicos venecianos, realmente espectaculares.
Esta Catedral es preciosa, pero el sitio donde se encuentra no me gustó mucho. Una explanada muy desangelada y rodeada de obras. Está cerca del Fuerte de San Juan.

Mas adelante vimos este edificio, que es el antiguo Hospital Dieu, pensado para acoger peregrinos, viajeros, huérfanos y enfermos. Es del siglo XVIII aunque conserva partes del XII. Funcionó como hospital hasta 1993. En 2003 lo compró el Ayuntamiento y hoy es un hotel de cinco estrellas.

Desde allí nos subimos andado hasta la calle donde teníamos que coger nuevamente el autobús, pasando por el barrio más típico de Marsella: Le Panier. No nos detuvimos mucho ya que nos habían aconsejado no andar por allí en plan guiris si íbamos solos, Pero la verdad es que nos habría gustado por ver un ambiente alejado del turismo de la ciudad.
En fin, que Marsella nos sorprendió gratamente.