19 de octubre de 2013

De Hellesylt a Gerainger


Llegamos a Hellesylt a las siete de la mañana. Esta excursión la teníamos contratada por el recorrido tan difícil de hacer por libre, y resultó estupenda, tanto de itinerario como de guía. El barco se detenía solo dos horas en esta ciudad, así que cuando bajamos, dejamos dicho en recepción que embarcaríamos en Geiranger. En el mapa se puede ver el trayecto que navegamos en rojo, y en malva el trozo de 15 kilómetros del fiordo de Geiranger.

La ciudad de Hellesylt se encuentra a 100 kilómetros de Alesund, nuestra anterior escala.


Aquí he puesto el recorrido que hicimos: Hellesylt, lago Hornidal, Stryn, lago Stryn, Monte Dalsnibba y Geiranger.

El amanecer en los fiordos es una experiencia única, así que yo no me la perdí y a las cuatro estaba ya en la hamaca, eso sí, muy abrigada porque hacía bastante frío.

Una vez atracó el barco nos desembarcaron en lanchas y fuimos hacia el pueblo, a buscar el autobús que teníamos contratado para hacer la ruta, y lo primero que nos encontramos fue este paisaje de cuento de hadas.

La cascada de Hellesylt nos dio la bienvenida.

Una vez  hechas las correspondientes fotos, que mi Antonio se puso las botas, volvimos en busca del autobús. Estaba atracado el Costa Luminosa, e imponía verlo tan grande en medio de un pueblecito tan pequeño.

A ocho kilómetros de Hellesylt bajamos para hacer fotos en el Horndola Bru, un puente restaurado, del siglo XVIII. Como era agosto, no tenía mucha agua el río.

El área de los servicios. A lo largo del viaje veríamos muchas casas con los tejados así. Lo utilizan como aislante para el frío, y nos comentaron que para segar la hierba subían una cabra y ya se encargaba de recortarla.

Al lado del puente se encuentra esta piedra, que tiene una leyenda, y es que las muchachas casaderas tenían que venir aquí antes de la boda y pasar por el agujero. Si pasaban no había problema, pero si no, sería señal de embarazo, con lo cual se anulaba la boda. La señora que se arregla el pantalón se empeñó en pasar y pasó.

Vimos bastantes ríos donde se pesca el salmón.

Llegamos a Lago Hornidal, que es el más profundo de Europa: 514 metros.

Las imágenes, como a lo largo de todo el viaje, fueron fantásticas.

Lo siento, pero no sé lo que pone, jejejejeje.....Creo que va pá Hornidal y pone la profundidad.

Mi Antonio, a punto de darle un infarto fotográfico ante tanta belleza.

Otra vista del lago.

Esto es una orilla del río Stryn, en el pueblo del mismo nombre. Es la primera vez que vimos algo parecido a un pueblo. Aquí compré el famoso queso de caramelo, que estaba........pues bueno...........ni queso, ni caramelo, pero había que probarlo.

En Stryn todas las casas estaban cuidadísimas y las flores aparecían por todas partes.

Nos cruzamos con un río que bajaba a borbotones, y era un espectáculo, porque aunque no tenía gran caída, el agua llevaba mucha velocidad. Siempre hay gente en todas partes buscando el riesgo.

Y este es el Lago Stryn, famoso por sus aguas turquesas, aunque yo las vi más bien esmeraldas.


Esto era para sentarse allí delante y dejar pasar las horas tranquilamente.


Una vez ya en el autobús, vimos esta hilera de casitas, que aunque la foto no haya salido bien porque está tomada a velocidad y a través del cristal, me parecieron espectaculares.

Nos dirigimos entonces hacia el Monte Dalsnibba, a cuyo comienzo de carretera de peaje se encuentra el lago Djupvatnet. La cortan los meses de invierno, porque es imposible el acceso. Hay que tener en cuenta que estas fotos están tomadas en agosto.

Y empezamos a subir y a subir, y daba pavor mirar hacia abajo. Yo no me he visto tan alta en toda mi vida.

Aquí estábamos ya en el monte. Si os fijáis, por la zona centra, más allá del trozo verde, se puede ver el final de fiordo de Geiranger, con el barco. Y como siempre, los osados perpetuando en las fotos su osadía.

Muertecita de frío estaba yo aquí.

Dice la tradición que si pones un montoncito de piedras aquí, tienes muchas probabilidades de volver. Hubo algunos que a mi modo de entender tenían muchas más probabilidades de caer, pero para gustos se han hecho los colores.

Empezamos el descenso y nos detuvimos en el mirador de Flydal, donde ya se ve el fiordo algo más cercano.

Un poco a la izquierda, delante de los servicios de madera, hay una vallita que aunque pone que no se puede pasar, la gente la salta y pasa. ¿Para qué? Pues para encontrar este pedrusco que he señalado con un punto rojo y hacer la machada de fotografiarse allí sentado. La foto es mala porque está sacada de un video, pero sirve para hacerse una idea.

 Seguimos en el mismo mirador, y la vista es maravillosa.

 Ya estamos de vuelta al barco. La excursión ha resultado estupenda y entre otras cosas, me ha servido para convencerme de lo poquita cosa que es el ser humano ante tal magnitud de la naturaleza.

 Salimos con retraso del puerto, debido a la tardanza de uno de los autobuses de excursionistas. Como no habíamos hecho el trayecto Hellesylt - Geiranger, no habíamos visto el fiordo, que es Patrimonio de la Humanidad, y ahora lo íbamos a ver. Nos encontramos con mucha gente practicando deportes náuticos. Esta cascada se llama "Las siete Hermanas"

 Y enfrente, "El Pretendiente". Dice la leyenda (será por leyendas, en Noruega), que se enamoró de las siete hermanas, pero no le correspondieron y se dio a la bebida. De ahí la forma final que adopta la cascada, de botella. Como fuimos ya muy entrado el verano, el volumen de agua no era tan importante. Yo he visto fotos de junio, por ejemplo, espectaculares.

Seguimos saliendo del fiordo de Geiranger. Mañana atracaremos en Flam, y lo de atracar no es ningún eufemismo.